La investigación siguió viajando, llegando a Perú, donde se realizó un taller a niños y niñas de Santa Clara del Ojeal, Iquitos, colaborando en un proyecto de escuela libertaria. Inevitablemente desde las riberas amazónicas surgió la necesidad de integrar la escénica de los desechos, debido a la falta de criterio que se tiene con los desechos, ya que un gran porcentaje de estos van a parar a los afluentes de agua que resultan vitales para la comunidad, no obstante, no se valoran como tal.
Nuevamente todo se fue construyendo a partir de la basura recolectada en el lugar, donde surgió una puesta en escena improvisada, que se pensó y montó de una tarde para otra. Explicando previamente que era parte de una investigación y de un ejercicio escénico improvisado.
El costo para hacer ingreso a la instalación escénica era un desecho que encontraran en el poblado. De ese modo se rompe con la frontera habitual de la plasticidad-desecho que no tiene otro rol más que ensuciar el paisaje.
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